EL VIEJO II
–¡Hola, Pastorino! ¿Qué hay?
–Pues, profe, ahí, en lo mismo.
–¿Cómo que «en lo mismo», Pastorino? ¿No «echaste a patadas» al viejo? Ese viejo que se instala dentro y nos roba todo, todo, Pastorino: la alegría, la felicidad, el deseo, y no sigo, Pastorino, porque es todo.
–Pues, profe, a decir verdá eso me está costando demasiado.
–¿Quién dijo que era fácil, Pastorino? Es cosa de cultura, digo yo. De costumbres, y lo que es de cultura se «pega», se arraiga mucho.
–Si, profe, es verdá. Ese viejo…
–Te propongo esto, Pastorino: mañana Domingo, si vas a salir, cuida que la camisa esté bien, planchadita, sin manchitas de salsa de espaguetis, ¿okey?
–¡Jajajajaja! ¡Profe! ¡Jajajajajá!
–¿Por qué te ríes, Pasto? Luego, los pantalones, Pasto. Bien planchados, limpios, no importa que estén «viejitos», pero «dignos». Puede ser aquellos azul oscuro que tanto te gustan.
–¡Jajajajaja, Profe! ¿Usted está dándome una clase de cómo vestir?
–No, amigo Pasto. Son cosas de la vida. ¡No salgas sin una correa! Medias, Pastorino. No cualesquiera. ¡No! Tienen que «match» los pantalones.
–¡Ah, Caramba! English, profe, match, ¿No es juego?
–Si, Pasto, pero como verbo es «combinar». Es decir, azul. Si vas con el azul, te propongo una camisa rosada clarito. El color que usabas cuando joven.
–¡Jajajajaja! ¡Qué bueno! Me alegra la vida, profe. Me hace reír.
–Los zapatos, Pastorino. ¡Púlelos! Bien peinado y bien afeitado. Los pelos «guesos» que salen en las fosas nasales y los oídos, Pastorino. Y, sal con la dignidad que te ha dado la vida, ¿vale?
–Sí, vale.
–Si decides quedarte en casa, igual. Aféitate, péinate. No te pongas esas bermudas de «siempre», como diciendo «nadie va a verme» y las chancletas del «viejo de siempre». En casa, Pastorino, sé alegre, activo, joven. Te ven tu señora y tus hijos. Recuerda: Moisés guio a su pueblo a los 80 años. Chao, Pasto.
–Gracias, Profe.
Oswaldo Adelis Abarca.
