Despertar, sin dormir apurado.
Es la mañana la esperanza de un nuevo día,
de sueños rotos, de alegrías.
Sintiendo que la luz, despierta los duendes de la noche,
cuando el río llora, sin detenerse.
No hay un segundo que rompa las miradas,
la piel se funde entre suspiros, cariños y miradas.
Se fueron los apuros de un encuentro sin alas,
para que duerman unidos, sin olvidar nada.
Es inmensa la noche, los despertares apurados.
Los minutos de un suspiro, se apoderan de lo vivido.
Se apoderan de las horas unidas, por una mirada
que nunca se ha vivido.
Dime tiempo que no conozco, ¿dónde se encuentra su alma,
dónde se fueron sus besos, sus cariños, sus miradas?
Es la oportunidad, del recuerdo de la noche desesperada,
cuando las nubes se rozan y llueve sin truenos
hasta la pecera que aguarda.
Noche silenciosa y aferrada.
Noche con luces que alimentan los besos desde la almohada.
Noche que desaparece cuando despierto,
aferrado a tu piel que entrega calor con ansias.
Se fueron los fantasmas, de los días callados.
Se fueron las palabras de besos inundados,
como la lluvia que emana de las nubes saladas
regando los caminos de los sentidos iluminada.
Despertar, sin dormir apurado.
Sin un sueño que duela, porque estás a mi lado.
Sin olvidar los pasos en vano, cuando en las tardes,
sin notarlo, seguía sus pasos, como hielo helado.
Comprendiendo con el paso de los días acumulados
que el fuego siempre estuvo guardado.
Moisés Jorquera Vivanco
Del libro”Amarte”.
