VIAJE SIN REGRESO.
Al mendigo de mi calle.
No estaba loco, solo tenía hambre,
y un sueño tan profundo
que se tomó un descanso
con la luz de los muertos.
Junto a Dios
fue llanto en su deshora,
verdad oscura del que calla,
para olvidar la niebla de sus ojos.
Quisiera hablarle ahora en soledad,
que el tiempo no detenga sus latidos,
ni el cielo sobre él que va cayendo
con su vocabulario sin idiomas.
Hoy eres en verdad la oscuridad
con la piel apagada, no una sombra,
solo un bostezo de misericordia
apostado en la noche sin regreso.
José Manuel F. Febles.