POEMA DEL ADIÓS
Me trata como nada, como ausencia.
Eso es lo que él quisiera que yo fuese.
Luciana Rubio
Estaba el adiós rondando en el ambiente,
nervioso, apremiante, mordiéndose las horas
como quien espera el juicio final,
en esa dimensión donde los heroísmos no caben,
porque el orgullo se traga tus expectativas.
Estaba el adiós sin corazón alguno
sobrevolando el círculo de tu ignorancia,
inconmovible como una bomba de tiempo
jugando a los abismos.
Estaba en la bélica arquitectura del paisaje
con las distancias bien delimitadas
emborrachándose de figuras,
impostergable, acortando huellas.
La tarde alerta observando el tamaño del mundo
mientras negociabas con los pronombres posesivos,
con las culpas y con esa colección de recuerdos
cuyo mobiliario ya no te pertenece.
Es ahora que nos devolvemos las apariencias
que nos quedan, la subjetividad,
y los sábados por la noche.
Todo va a estar bien, no pasa nada, la vida es siempre así,
avanzar para retroceder, dibujar la calma,
algo así como aprender la lección de matemáticas,
y después olvidar, nada nos salva de vivir.
Me quedo con esa fotografía donde te excluyo,
sólo para justificar las ganas inmensas de llorar,
guardo las delicadezas en el cajón, después de todo,
decir adiós es mejor que ser una mentira.
Cecilia Ortega Astorga