CANTAR A DÚO.

Sobre el escenario la orquesta, el maestro con su batuta
hace movimientos, apurando el primer sonido, el canto,
que llenará la sala del concierto, quizás algún aplauso.
Se apagan las luces, un foco guía, apunta las voces,
detrás de las cortinas aparecen llenando todo,
de melodiosas afinaciones cantando sin desafino.
Cubren todo, orquesta y cantores.

La vida, es lo mismo, cantar una misma canción a dúo.
Sin desafinar, sin descuidos.
¡Qué importan los aplausos, si entonamos el mismo canto!
Afinamos las cuerdas en silencio, sin apuros,
cuidando los gritos, los enfados.
Ligeros sentimientos de angustia, suena la orquesta,
todo desafina,

Sentir que la misma canción, es nuestra vida,
dirigimos la batuta, afinamos los instrumentos.
Convivimos con dolores, sin olvidar la música,
sin aplausos, sin críticas.
¿A quién le importa si en el escenario de nuestra vida,
cantamos canciones de amor, de fantasías,
desde las amanecidas?

Puede ser pronto para anunciar nuestro concierto.
Puede que las luces se apaguen y enciendan.
Puede dormirse la orquesta, los sonidos y aplausos.
Pero nuestra canción, siempre será eterna.
Sin coros, sin guirnaldas, sin anunciador en calma.

Nuestra música suena, las voces son solo nuestras.
Cantar la misma canción, aunque nadie la entienda.
Despejar las cuerdas, encontrarnos en nuestro escenario
para cantar canciones nuevas.
Cantaremos de la vida, de los sueños.
Escribiremos de momentos ligeros y eternos,
cantaremos canciones a dúo, sin desafinar
para que todos sepan que a pesar de todo,
aún existen los sueños, cantar a dúo es real sin misterios.

Moisés Jorquera Vivanco.

Del libro: De a dos.