LA MUERTE, AY, LA MUERTE
A mi madre, en los brazo de Dios
Primero de noviembre 2017
En pedazos me estoy
destrozando por dentro,
escribiendo los versos más amargos
vencido por el tedio o la desgana,
golpeándome en el pecho.
Se quedó en el ayer
lo que pudo ser nunca.
En el aire que cubre mi memoria
me has devuelto la luz que ahora conservo,
me amparaste muy lejos de todos los alisios,
cuando apenas andaba y te seguía.
Tus manos escondieron a las mías
y tu voz orilló siempre mis sueños,
pero te perdí un día sin saber
qué pena de derrama que nos lleva
a morir.
Hice vida con tus visiones
y mis brazos se hicieron grandes
para alcanzar los tuyos,
lo que tardó ese beso que no pude
darte, madre mía.
La muerte, ay, la muerte,
una ausencia despierta de años
donde dejó mis ojos la esperanza
de un nuevo amanecer.
José Manuel F. Febles