Semillas en la distancia
En la tierra petrolera, donde el sol gigante brilla,
nuestros hijos emprenden vuelo, con la esperanza en la pupila.
Dejan atrás el hogar, la familia y el dulce calor,
buscando un futuro incierto, donde reine el resplandor.
Ante la falta de oportunidades, la angustia, el dolor y un cruel destino,
los empuja a cruzar fronteras y a seguir un nuevo camino.
Con el corazón en las manos, y el llanto en el pecho,
se despiden de su tierra, con un adiós deshecho.
En tierras remotas, construyen nuevos sueños,
con el alma resiliente, superando los empeños.
Llevan consigo la esencia de su amada Venezuela,
su música, su alegría y su fuerza que no se cela.
Aunque la distancia aflige y la tristeza los embargue,
su espíritu noble y puro siempre será extrañable.
Con cada paso adelante, honran su origen amado
y en cada logro obtenido, en su Patria es celebrado.
Volverán algún día, con el corazón henchido,
a abrazar su tierra añorada, con amor correspondido.
Y en cada rincón de Venezuela, florecerá la esperanza,
con el regreso de sus hijos, que nunca pierden la templanza.
William García Molina.
Venezuela.