UN TANGO CON LA VIDA.
Hoy me he dado cuenta
de que guardo la ropa interior
la más bonita, la de encaje,
en el fondo de un cajón.
Allí yace, por si acaso,
por si hay que celebrar,
o por si acaso algún infortunio me ocurre
y tengo que ir al hospital.
Me he dado cuenta también
que guardo un beso hasta la noche,
una carta que nunca envío
y un te quiero que nunca digo.
Guardo las ganas de abrazarte
porque quizá no sea el momento ni el lugar,
las ganas de gritar en el atasco,
de bailar en la cola del supermercado
o de llamarte por si te encuentras en una reunión.
¡Maldita manía la mía
de guardarlo todo en un cajón,
para mañana, por si acaso, para otro día!
¡No!
No quiero seguir reservando
para un mañana que es pura ilusión.
Quiero besarte cuando me entren ganas,
pisar los charcos y despeinarme,
inventar poemas,
llorar cuando me lo pida el alma
o reírme sin ninguna razón.
He decidido abrir el armario,
los cajones y las alacenas
para que el aire entre
y espante las polillas
porque son las únicas que disfrutan
los encantos de mi lencería fina.
Y por eso elijo bailar un tango apasionado
llevando mis mejores piezas de encaje,
a partir de este momento,
cuerpo a cuerpo con la vida.
María Teresa González Gallego.