VILANO.
A la memoria de Juan José Alcolea Jiménez,
hombre bueno, poeta, maestro…amigo.
Gracias por encontrarme.
Gracias por toda la luz.
Como esa niña que en la arrollada encuentra
por primera vez un diente de león
y, de repente, en un instante infinito,
un viento inmisericorde arrebata,
sin ningún permiso, toda esa belleza.
Como esa niña que alcanza a contemplar
en el tallo yerto su propia desnudez
rehusando ver ya el resto de los paisajes.
Como esa niña a la que el tiempo acunó
desvelándole el misterio tan sutil
de las semillas a su tiempo entregadas.
Así, tal cual, me he quedado yo, amigo,
con la esperanza puesta en tus vilanos.
A pesar del desgarro y de este hueco
prometo caminar atenta a los valles,
a todos los caminos y sus cunetas
para descubrirte allí en la espiral
de la simiente ya tan libre en su vuelo.
Seguirá tu verbo más allá del azul
a través de nosotros agavillando,
en haces de luz, poetas y versos nuevos.
María Teresa González Gallego.
Nota de la autora:
Lo he titulado vilano porque así se llaman las semillas que se van volando cuando soplamos un diente de león. Esas semillas dejan la flor desnuda, sin embargo, quién sabe los frutos que llegarán a dar en tierras nuevas.
