A ESTE PUERTO
Sentado en la concheria miro hacia la mar fecunda, sus olas vienen y golpean en las rocas, llenando con su blanca espuma; recodos y recovecos, llevando vida a todo ser viviente que en aquellos lugares habitan….
Me pongo de pie, comienzo a caminar por una antigua vía férrea, recordando ese tren que traía el material para ser descargado en nuestro puerto. Nostalgia siento, ya no se escuchan los vagones hablar, ni su máquina avisar que se acerca, “Todos preparados que comienza la faena”…
Llego al muelle donde no existe la antigua grúa, de ahí nos lanzábamos piqueros, bombas y guatazos, ahora venden empanaditas, aliadas de queso y centolla, jajajjj. Hasta la pesca artesanal va en camino a marcharse, por el simple ausentismo de los frutos del mar, cada día menos por la sobre explotación de nuestros mares y la contaminación. El pescador ha dejado su bote para salir a trabajar a la tierra, ¿dónde queda el esfuerzo del hombre de mar, al ver diezmado el ingreso de su grupo familiar?, sabiendo que la mar ha proveído la crianza de los hijos, hasta ese instante…
Sigo caminando y se abre a mi paso una hermosa costanera llena de palmeras, más allá “El Faro”, que de vez en cuando está abierto al público, en ese lugar se llega a sentir una historia de belleza fraterna, entre el hombre y la mar, donde un puñado de casas acompaña este puerto….
Caminando por la playa, tan larga que mi vista no alcanza, aquellas bellas arenas, que invitan al viajero a entrar en sus aguas y un sol que al poco rato, ¡te deja un bronceado almendrado!….
Las olas, besan mis pies mientras recorro la orilla, buscando algún tesoro entregado por la suave espuma. Después de un rato, me encuentro con la desembocadura del río en el mar, a mi derecha verdes totorales e innumerables y diversas aves, me indican que han nutrido al verde y fértil valle. Una blanca paloma lleva en su pico el símbolo de la paz, rama de uno de nuestros árboles, sus frutos ancestrales, dan vida a bebidas tan nobles como son los aceites, reconocidos a nivel mundial.
“Huasco”
¡Qué más quisiera yo decirte!
“Eres un oasis de paz, en este mundo lleno de sin sabores”….
René Julio Milla Auger