El paso de un amigo.
El lunes de la semana de Pascua, 21 de abril de 2025, eran cerca de las 5:30 de la mañana, al igual de otros años, encendí mi computadora para bajar de la página del Vaticano el mensaje urbi et orbi del Papa Francisco con motivo de la Pascua de Resurrección. Grande fue mi asombro cuando al abrirse la página, en lugar de ver la imagen del Papa Francisco y las entradas para los distintos tipos de documentos por él emitidos, sobre el fondo sepia resaltó la siguiente leyenda: «Apostolica sedes vacans».
Fue así como me enteré del fallecimiento del Sumo Pontífice. A pesar de que era previsible por sus largas enfermedades que lo tuvieron hospitalizado mucho tiempo, no lo esperaba en ese momento, la aflicción invadió mi corazón por el paso de un amigo a la morada eterna, y una plegaria por el eterno descanso de su alma brotó espontánea.
Descargué sus tres últimos documentos, íntimamente ligados por el tiempo litúrgico de la pasión, muerte y resurrección de Jesús: El mensaje del Ángelus del 13 de abril, Domingo de Ramos, Las meditaciones y oraciones para el viacrucis 2025 del 18 de abril, Viernes Santo, y el mensaje urbi et orbi que leyó el Domingo de Pascua en la Plaza de San Pedro el 20 de abril, con la idea de recopilarlos en un pequeño libro.
Un par de horas después, mientras desayunaba para ir a trabajar a la oficina, a través de Vatican News me enteré que el deceso acaeció a las 7:35 del 21 de abril, hora de Roma, las 22:35 del 20 de abril, hora de México.
Estos tres documentos tienen como denominador común la misericordia de Dios hacia los desvalidos, los más vulnerables, niños y ancianos, migrantes, indigentes, las víctimas de la violencia, de las guerras, y por ende, hace fervientes llamados a la paz en todo el mundo, como lo hizo de manera constante durante todo su pontificado.
El Ángelus del Domingo de Ramos.
En el Ángelus del Domingo de Ramos, ve la fragilidad de los sentimientos y el cuerpo humanos, por un lado. Cuántas veces nos sentimos desfallecer, débiles, abandonados por alguna circunstancia. Pero en el otro lado se encuentra la fortaleza que se adquiere en el abandono total en las manos de Dios, para no caer en la desesperación o la angustia, al sentirnos protegidos “por el abrazo providencial y misericordioso del Padre”, porque, como rezan los salmos, en el Señor todo lo puedo, Él es mi fortaleza, mi vara y mi cayado. Pero este abandono no es pasivo, sino que debe de ir acompañado de la acción solidaria para apoyar la gente más vulnerable, víctima de la violencia que se vive en el mundo, para que no les falte la ayuda, al tiempo que ora para que “por fin llegue la paz” al mundo, es algo que podemos hacer, desde pequeños actos de caridad, a nuestro alcance, al compartir una sonrisa, una muestra de afecto, o apoyarlos con algo que ellos necesiten.
Las meditaciones y oraciones para el viacrucis.
Las meditaciones y oraciones para el viacrucis 2025, inician con la afirmación “La vía del Calvario pasa por nuestras calles de todos los días”, en el cual podemos encontrar a Jesús, con su mirada de amor para seguirlo, y en cada estación del viacrucis nos deja un mensaje que podemos aplicar en nuestra vida diaria con nuestra familia, con nuestros amigos, los compañeros del trabajo y aquellos desconocidos que nos rodean en todo momento, que podemos sintetizar de la siguiente manera:
I. Hacer buen uso de la libertad para abandonar lo que nos mantiene esclavizados en el pecado y no juzgar indebidamente a nuestros hermanos.
II. En la cruz asumimos nuestra responsabilidad para dedicarnos a los demás sin cansancio.
III. En las caídas debemos saber levantarnos para seguir con fe el camino de Jesús a pesar de las adversidades.
IV. Con la fe y la mirada de María, escuchar a Jesús y seguir sus enseñanzas.
V. Necesitamos que alguien nos detenga y ponga sobre nuestra espalda un trozo de realidad que necesita ser cargado, como Simón de Cirene le ayudó con la cruz.
VI. Veamos en el rostro de los desvalidos el rostro de Cristo y expresémosles nuestro amor.
VII. Caer y volver a levantarnos, conversión que devuelve alegría y nos lleva a la casa del Señor.
VIII. En el corazón donde se enlazan los acontecimientos y nacen los pensamientos y las decisiones, de él salen las lágrimas sinceras de las mujeres, donde todo renace.
IX. No importa cuántas veces caigamos, Dios siempre perdona nuestros pecados cuando con humildad realmente deseamos salir de ellos y seguir por el sendero que nos ha marcado.
X. Jesús cubre nuestra desnudez humana con su amor al compartir con nosotros las vestiduras que le despojaron.
XI. Clavado en la cruz, Jesús, nos muestra que “en cualquier circunstancia hay una decisión que tomar. Y este es el vértigo de la libertad.”
XII. Aunque estemos lejos, debemos acoger el postrer aliento de Jesús en la cruz para que por su muerte tengamos la vida eterna.
XIII. A quienes abrazan a Jesús, como José de Arimatea, en los más necesitados, a pesar de las circunstancias adversas, el Señor los habilita para grandes responsabilidades, los hace audaces.
XIV. En la paz del sepulcro debemos saber esperar la gloria de la resurrección.
Cuando vivimos en plenitud el misterio del viacrucis, nos dirigimos “al amor del que nada podrá separarnos”.
El mensaje urbi et orbi del Domingo de Resurrección.
El mal “no tiene poder sobre quien acoge la gracia” del Domingo de Resurrección, afirma en el mensaje urbi et orbi de Pascua de Resurrección, porque es la fiesta de la vida, con la esperanza cierta de la vida eterna caminando junto a Jesús. Nos invita a volver a confiar en los demás, a volver a esperar que la paz es posible en el mundo entero, y aquí aplica a los países donde la violencia que ejerce la delincuencia organizada sobre la sociedad en general, y a los países donde enfrentan la guerra civil o internacional, y hace un llamado para que cese el fuego en todos lados.
Pero esta paz debe ir acompañada por el respeto a las opiniones ajenas y distintas formas de ser, a nuestros hijos, cónyuge, familiares, vecinos, al que se traslada en el mismo autobús o se cruza con nosotros en la calle, el respeto a la libertad religiosa, a la libertad de pensamiento y de palabra.
Además, hace un llamado “a no ceder a la lógica del miedo que aísla, sino a usar los recursos disponibles para ayudar a los necesitados, combatir el hambre”, la injusticia, el descarte de los otros, “y promover iniciativas que impulsen el desarrollo”.
Dios “nos infunde la certeza de que también nosotros estamos llamados a participar en la vida que no conoce el ocaso, donde ya no se oirán el estruendo de las armas ni los ecos de la muerte”, así concluye el último mensaje de su pontificado, en la confianza plena de la vida eterna, acogido “por el abrazo providencial y misericordioso del Padre”, como señaló el Domingo de Ramos.
Phillip H. Brubeck G.
México.
