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Dame tu mano, déjame sentir en su tersa superficie el calor del amor, el pulso de la vida con su ritmo sosegado, la armonía del acorde...

Yo lluevo cenizas de fuegos fatuos que nadie vio, de los que nadie se enteró, que me quemaron, ardieron y me consumieron en el pantano...

La canción de tu amor. Un sonido atrapa mi atención, es leve como tu respiración, tiene la suavidad de las caricias al alma.

Un nuevo amanecer. Una delgada línea empieza a delinear el horizonte, minuto a minuto su claridad se va agrandando, separa las tinieblas arriba y abajo.