Más aprisa, Parte 2.

Cóver Más aprisa, parte 2

Más aprisa, Parte 2.

Más aprisa, parte 2

Una publicación llamó su atención:

“Libros. A muy pocos les gusta leer, por eso… Me gustó la idea y voy a entrar en el juego. La propuesta es «sacudir» un poco a facebook en busca de buenos lectores. Veamos si funciona. La propuesta es un pequeño test para ver quién lee los mensajes cuando no tienen fotos. Así que si estás leyendo este mensaje, haz un comentario utilizando una sola palabra que indique cómo nos conocimos. Una sola palabra por favor. A continuación, copia este mensaje en tu muro para que yo también pueda dejar mi palabra, ¿de acuerdo? (apoya el dedo sobre este escrito, te sale la opción «copiar texto». Ve a tu muro y en estado presiona ligeramente, te saldrá «pegar!”

– Cómo son fantoches los que ponen estos textos de 118 palabras, con 538 caracteres. Deberían aprender de Twitter, con 146 caracteres máximo expresan la idea completa. Pero a la vez son contradictorios, pues si tuviste la paciencia de leerlo todo, dile al que lo puso, con una sola palabra, cómo lo conociste. ¡Es el colmo!

Ya no se entretuvo más, siguió en la revisión de los mensajes hacia abajo. Vio la selfie de una amiga, con la típica boca de pato. Tecleó el comentario: “Muy guapa”.

Mensajes adelante vio la foto de otra amiga, en bikini, recostada en una tumbona a la orilla de la alberca en una de las cubiertas de un barco enorme. Era indispensable hacer un comentario que su cerebro procesó con 12 palabras (sin contar las comillas que sirven para delimitar su pensamiento en este cuento. Los errores de redacción son de ella):

“Me das envidia, Xk no me dijiste pa ir en ese crucero?”

Sus dedos se deslizaron con rapidez sobre el teclado del ordenador, como si lo acariciara, pero sus ojos no podían creer lo que estaba sucediendo, las letras no se imprimieron con la misma velocidad, de repente el sistema se quedó atorado, los enunciados empezaron a salir con una lentitud increíble, cayendo las letras como en el efecto de Power Point para ir formando las palabras, un caracter por segundo.

– ¡No es posible! -exclamó espantada.

Continuará…

Phillip H. Brubeck G.

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