Abrazando a las distancias.

Despiertan los que siempre han dormido
en sus encierros sin descuidos,
añorando ver el sol como las larvas
que se duermen entre las sombras sin perezas.
Abrazan sus alas sin desganos el día
imaginando las luces con su brillo
y las fantasías de los vuelos que les lleven
hasta las flores que siempre entregan
su néctar para continuar otras vidas
entre las sombras del despertar y los abrazos
que nunca se han de olvidar.
Despiertan las esperanzas de una nueva mañana
con las palabras ciertas que rompen los hielos
abrazando aunque a la distancia
desnudan los cuerpos, cuando se tienen ansias.
Nadie duerme con los sueños atados.
Libres las palabras, libres las manos
ahí, donde se acunan los cuerpos
se abrazan hasta las sombras de los amantes
que aun en las distancias se desvisten
sin importar si la luna brilla o el frío
descuida las manos heladas.
No hay palabras que se olviden,
no existen los dolores si después de un beso
las ropas se reparten por el suelo.
Aprieta los momentos en tus manos
sintiendo que un beso descubre
que te has derramado sin notarlo.
Has abierto tus palabras y los sentidos
en mis manos queda tu piel y suspiros.
En mi boca el sabor de tus besos de fuego
que nunca queman, pero despiertan
las palabras y el deseo.
Abrazados a la distancia, no es olvidar
que ayer desnudamos hasta el alma.
Frío tiempo que nada descubres porque
el silencio siempre todo lo desalma.

Moisés Jorquera Vivanco.
Del libro » También quiero opinar».