Ramas enrojecidas
Busco la redención justificada con tu amor, fue como este quedo enredado cuales ramas alrededor del pobre e iluso corazón.
Dicho amor se convirtió en un fruto eterno que me toma hasta dejarme sin voz, me posees como dos gotas del agua más pura al fundirse en recuerdos, recuerdos que borran el dolor a fin de que mi ser renazca y domine al temor.
Noche tras noche en vela espero tu calor, aunque sin tocar palabra alguna, tu boca causa en mí la pérdida del deseo y sorpresa ante cualquier nueva sensación.
Tu toque domina hasta a las bestias más salvajes del bosque, soy el frío, soy el aire; tú eres como un cofre, un dulce latido que me atrapa por la noche y me mata y revive cada vez que pronuncia mi nombre.
L.E.O. Hernández Calderón