BRINCA EL SOL.
Brinca el sol por entre los cerros, venado ágil del universo, corre sobre los llanos, ligero cubre la tierra con su luz, le da color, plena nitidez, un brillo esplendoroso, todo resalta en mil tonalidades.
¡A darle!, esa luz lo dice todo. ¡A brillar, hijo! Como el astro debes ser quien ilumine a tus hijos; tu vida, tu ejemplo, para que ellos vean en ti la bondad del corazón del Padre Eterno manifestado a través de su creación. Luz que les permite verse a ellos mismos, encontrarse, reconocerse para encontrar su razón de ser.
Brinca el sol por encima de los muros de la noche fría, le da calor a la vida, calor a la familia, en una convivencia sin límite, armoniosa, donde las distancias y el tiempo se esfuman para mantener la constante presencia, allende los mares, más allá de bosques y desiertos.
Tu simple presencia, muchas veces silenciosa, sin palabras, es suficiente para comunicar confianza, la seguridad que requiere en la noche oscura de las dudas, de la indefinida soledad íntima, cuando la tristeza, la angustia, el dolor, pretenden congelar toda aspiración, tu luz hace brotar desde el más profundo rincón las ganas de volver a reír.
No necesitas mucho esfuerzo ni conocimientos especiales para ser buen padre, hijo mío, como el sol, simplemente debes ser tú mismo, tal cual, solo debes estar seguro de la bondad de tus actos, la caricia delicada, la palabra adecuada, porque eso es los que verán tus hijos, porque esa es la luz que transmites. Sea tu virtud irradiación alimentadora.
Así debes ir repartiendo tu amor igual para todos, aunque algunas veces uno estará inmovilizado por el hielo de alguna angustia existencial y por ello deberás darle un poco más para reanimarlo. También puede estar sobrecalentado como en el desierto, sentirse atosigado por tan fuerte presencia, por lo que habrás de poner sobre él una nube refrescante para reducir la intensidad y evitarle el golpe de calor asfixiante. Es activar el regulador automático para darle a cada hijo la luz y la temperatura que en cada momento específico necesita.
Es lo que me enseñó mi padre, tu abuelo, el sol que se trasladó al cielo eterno y desde ahí guía mis pasos.
Phillip H. Brubeck G.