Refelxión: Es muy fácil

Ayudando a elegir.
Niños en grupo.

Es muy fácil darle gusto a la gente.

Es muy fácil darle gusto a la gente.

Aunque muchos dicen que no se puede darle gusto a todos. Sin embargo, se puede constatar que con un poco de buena voluntad se complacen muchos deseos de las otras personas y a un costo muy bajo.

Lo vemos en la familia, cuando los hijos le piden al padre un poco de su tiempo, a pesar de que llega cansado del trabajo, pero con el solo hecho de leerles un cuento, o de escuchar con atención las peripecias del día, o de rezar juntos antes de dormir, o jugar con él y hacerle cosquillas para reír juntos, el niño se siente atendido, sabe que su padre le hace caso, que le ama.

Hacer un favor para ayudar al otro, es tan sencillo como extender la mano para saludar, externar una sonrisa, ayudarle a salir adelante en el trabajo.

Cuando la intransigencia del orgullo lo empuja a uno, en lugar de encontrar la solución simple de las cosas, las complica de manera tal que después es difícil desembrollarlas, y todo porque nada más se quería salir con la suya, no era posible dar el brazo a torcer ni mucho menos darle gusto al otro.

Por esa soberbia, es muy fácil dar órdenes, sentirse superior a todos, aventarles la chamba a los demás. Aquí no importa nivel jerárquico alguno, todo es cuestión de sus complejos que llevan a las personas a actuar como si en realidad fueran superiores y terminan dándole órdenes al jefe, delegando de manera indiscriminada sus labores, haciendo en la casa que todo se lo entreguen en las manos sin necesidad de mover nada.

Por estas actitudes de egoísmo supremo, es muy fácil perder el respeto que pudieran tenerle los demás, pues la lengua se mueve con agilidad en los rincones apartados para desahogar los rencores, cuando los convencionalismos sociales o la relación de poder fáctico no le deja enfrentarse directamente con el que de esta forma se convierte en su agresor. El afectado obedece o hace el favor, sintiendo lástima y desdén por el soberbio, y en cuanto tiene la oportunidad se aleja del prepotente, y así se pierde la amistad.

Pero también extingue el amor generado en otras personas, pues los soberbios no saben amar, no se sienten capaces de ello, pero como seres humanos con cierto poder de seducción, llegan a despertar ese sentimiento excelso en otros, así se explica que los amen sus hijos o su pareja, quienes en un momento dado pueden llegar a despreciarles, ya que el amor siempre es una corriente de doble vía para unir a dos personas, y si no se tiene la respuesta oportuna se puede extinguir con la menor brisa.

Es muy fácil darle gusto a los demás.

La mayoría de las veces solamente basta el detallito que el otro espera recibir, y con ello, de manera humilde y sencilla, se fortalece el amor, se refuerza la amistad y con ello se llena el corazón de alegría sabiendo que hay fraternidad entre los hombres en su sociedad. No importa que le des gusto a tu enemigo personal o político, con ese detallito de haberle dado gusto lo puedes doblegar, conquistarlo a tu favor. Con esto se alcanza la armonía en las relaciones interpersonales y cuando esto se da, surge el equilibrio de la persona, ya que, aunque no se busque el premio, cuando se tiene un espíritu de servicio desinteresado, siempre llega la respuesta que satisface al ser humano, esa satisfacción interna de haber hecho el bien a los demás.

Phillip H. Brubeck G.

 

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