La noche de San Jordi

LA NOCHE DE SAN JORDI

Era contemplar la alabada de San Jordi, como si desde la isla de Cerdeña en Italia apareciera en Catalán el hombre luchando con el dragón para proteger a la doncella, lo aprendí a contemplar en aquellas ilustraciones de Salvador Dali, allá muy adentro en Figueras en la azul de la costa brava. Y del teatro museo; una escultura de Pablo Gargallo con la agilidad de un caballero casi volando hacia un firmamento de un Dios consagrado en las noches de estrellas.

Lo encontré en los mármoles de la plaza del rey y más entre los rostros de la fuente de canaletas. Como desde el alma el violonchelo de Pau Casals y del divino rostro la piedra del Parque Guell donde Gaudi afloró las virtudes de todas las conjugaciones de las escuelas de los arquitectos.

Más allá de «Ciencia y Caridad» de Picasso joven a los quince años detrás del cenáculo del barrio de Sant Jordi junto a los símbolos de Anton Tapies o la locura de los sonidos en el teatro Liceo.

Para encontrar las huellas romanas y saber ver desde el corazón a Barcelona entre el alba de la virgen del Mar y regresar a Montjui para implorar las constelaciones entre la luna del Tibidabo y las cartas eternas de los caballeros de Montserrat. Con aún monjes herederos desde el siglo donde Leonardo da Vinci vino a aprender Alquimia.

Cuando del azul Mediterráneo Sant Jordi vuela con las esferas estampadas surrealistas, en el destello de su aguda torre del misterio de la catedral donde tantas veces vi pintar a Miguel Barceló y fui al piso gótico donde vivió: García Márquez y allí terminó «El Otoño del patriarca» junto a los imaginarios colores de mi maestro: Pere Cara, en “La Porta di angelo» para aprender a dibujar a San Jorge vestido de poeta llevando las alas de un dragón y rompiendo los cristales de la «Casa Mila» donde solían escribir los poetas. Y aprender de sus chimeneas; las figuras de hombres de otros mundos.

Cuantas veces escuché de José María Parramón decirme del muralismo mexicano entre la adoración de una clase de grabados. Y desde la ventana de mi ático conseguir los significados de las nasales voces catalanas.

Han cruzado los años y un día volveré para sentir el aroma de las tabernas para volver a saber de Ramón Casas y poder pintar en el claustro Cristiano donde habita el Cristo de Miguel de Cervantes… Para volver en cada noche de invierno y besar la piel del mármol de la mujer en Jhosep Clara, y en los venideros siglos conseguir por fin las existencias…

Hoy 23 de abril en el día de Sant Jordi.

Néstor Melani-Orozco.

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