Reflexión: El tiempo de la espera.

EL TIEMPO DE LA ESPERA.

Despaciosa, sin prisa alguna, el alba empieza a pintar una franja de claridad en el horizonte, empujando a la oscuridad.

En esa penumbra el espíritu se encuentra atribulado por multitud de pensamientos, muchos de ellos producto de situaciones adversas, ladronas de la tranquilidad, estas le comunican ideas de venganza y de rencor que buscan, más que nada, poner un escudo frente a esa amenaza latente con la cual amaga todo barrunto de alegría, pues celosa no deja acercarse nada que la pueda desplazar.

Una nueva luz asoma entre los volcanes, sus nieves eternas aún están oscuras por el contraluz, es el momento de la espera, de preparar tu espíritu para llegada de esa luz que habrá de renovarte, portadora de la brisa suave para barrer las nubes de la tormenta, para inundar al mundo con su bondad y tranquilidad.

Desecha los tristes recuerdos, haz a un lado las pasiones que te dominan sin dejarte dormir, mira, ya viene el nuevo amanecer, lo trae un niño pequeño que en tu corazón quiere vivir. Prepárale un espacio para recibirlo, debe estar limpio y arreglado, adornado con los cuadros de la fe, la esperanza y la caridad.

Con el trapo de la reconciliación sacude todo el polvo del pecado; con una buena fibra de malla alegre lava la tristeza; ponle detergente de convivencia para quitar el egoísmo.

En un jarrón coloca las flores multicolores del amor, aún faltan algunos días, tienes tiempo de preparar todo, la cena y la fiesta de Navidad. Jesús es el invitado especial, el festejado en tu corazón, razón por la cual debes tenerlo todo listo para que, al momento de su arribo, entre fácilmente al lugar de la fiesta.

Es el tiempo de la espera, aún puedes colocar todos los adornos en las paredes de tu alma, engalana tu espíritu, invita a toda la familia, que la nochebuena está por llegar.

Phillip H. Brubeck G.

Leave Comment